sábado, 1 de mayo de 2010

Los trabajadores solo podemos confiar en nuestras fuerzas

Declaración de la Corriente de Trabajadores Clasistas

¿Porqué los trabajadores debemos desconfiar del Congreso y sus partidos políticos?

La experiencia demuestra que estas instituciones del régimen -así como las Juntas de Conciliación y Arbitraje, la Suprema Corte, etc,- no están al servicio de quienes día con día hacemos marchar la producción y la economía. Tampoco juegan un papel neutral como quieren hacernos creer, sino que favorecen a un sector social específico. Los hechos desmienten los discursos y las promesas “democráticas”, pues vemos como a nuestras espaldas votan leyes y reformas que solo buscan exprimirnos más por el “bien de las finanzas y de la nación”. Pero entonces ¿es a nosotros a quiénes representan? No es difícil darse cuenta que detrás de sus decisiones se encuentran los intereses de compañías transnacionales y de la oligarquía mexicana lacaya de los imperialistas, es decir, favorecen a los distintos sectores patronales que se enriquecen de la explotación a la que nos someten. Por eso los obreros no tenemos justicia en las cortes de la burguesía ni en sus congresos legislativos que, cada vez con mayor descaro, aprueban leyes anti-obreras; como la que nos quieren hacer pasar con la ley esclavizante de Lozano y el PAN. También es la razón de que estas instituciones manden a la calle a millones de trabajadores y sus familias, eliminen derechos obreros colectivos y descarguen sobre nuestros hombros, una y otra vez, los costos de una crisis económica que no generamos los trabajadores...
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Debido a este carácter de clase que representan el conjunto del régimen político y los distintos partidos que lo controlan, es que no podemos aspirar a que nuestras demandas sean resueltas por ellos. La confianza en estas instituciones a la hora de luchar solo nos trae derrotas, tal como lo ha demostrado la estrategia “legal, civil y pacifica” que siguió la dirección del SME confiando en López Obrador, en la Suprema Corte y en el Congreso de la Unión. Tenemos que retomar las heroicas experiencias históricas del SME, quien fue el único sindicato que ha podido aglutinar una huelga general en el año de 1916, la única en México. La dirigencia actual del SME debe de estar a la altura de la dirigencia de Ernesto Velazco en esos años y ser la cabeza conjuntamente con los mineros de Cananea en construir una verdadera huelga nacional que paralice el brazo de la producción del sistema capitalista. Es necesario que los trabajadores nos organicemos independientemente de los partidos e instituciones del régimen. Y más que esperar que sean ellos quienes resuelvan nuestras demandas, hay que arrancarles lo que nos pertenece con métodos de lucha netamente obreros: huelgas, paros, marchas, mítines, etc.

Por una verdadera democracia en nuestros Sindicatos

Para comenzar a trabajar en la perspectiva antes planteada, los trabajadores tenemos que decidir como organizar la lucha desde nuestras asambleas y retomar el control de nuestros sindicatos, ya que son nuestros primeros organismos de lucha y de defensa, y el aglutinamiento principal de la clase obrera organizada. Si desaparecen ellos desaparece la organización primaria y más elemental de los trabajadores para defender sus intereses económicos. Por eso decimos: ¡Que regresen los 44,000 empleos en manos del SME! ¡Abajo la antiobrera reforma laboral que se ha implantado ya de facto! ¡Luchemos en contra de la embestida antisindical del régimen!
Y es que los sindicatos carecen de una verdadera democracia interna, pues en su mayoría son controlados por cúpulas muy reducidas que deciden el rumbo sobre la inmensa mayoría de compañeros de base. En ellos es peligroso mostrar desacuerdo pues somos sancionados, vetados o hasta golpeados. Por eso es que los sindicatos deben recobrar una verdadera democracia, donde seamos las bases quienes discutamos y definamos el curso a seguir. Para ello debemos contar con asambleas regulares organizadas por fábrica o centro de trabajo, de donde surjan delegados rotativos y revocables que se encarguen de llevar los mandatos de la base hacia instancias seccionales, divisionales o zonales, hasta alcanzar niveles más generales como gremio o rama, formando así nuevos y mejores lideres y evitando la creación de intereses personales. Esta es la democracia directa de la clase obrera y es la única forma de garantizar una fuerte unidad y combatividad en nuestros sindicatos.
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